QUIEN NO CORRE VUELA

Reflexiones y paranoias de un Loco que no sabe de que huye pero prefiere correr que estarse quieto mientras ve la vida pasar

miércoles, 7 de marzo de 2012

ماراثون الصحراء Sahara Marathón



Dicen que la primera vez se acude al Sahara Maratón por la carrera, se vuelve la segunda  por la gente y la tercera porque les echas de menos…

Esta es la historia de un ingenuo que creyó ir a correr una maratón y encontró a su segunda familia.




الرحلة  (el viaje)

Tal vez no sea el más indicado para opinar sobre aviones, pues aunque son ya unos cuantos vuelos los que llevo en mi vida, el pánico que sufro en cada uno continúa tan vivo como en la primera ocasión, pero de todas formas, como siempre ocurre, llegamos a nuestro destino, a las once de la noche pisé  Tinduf.

Nada más bajar del avión, en mitad de la pista se podía ver un impresionante cielo plagado de estrellas, debido a la escasa contaminación luminosa, nuestros ojos podía apreciar perfectamente todas las constelaciones, y no solo sobre nuestras cabezas, también en el horizonte, creando una sensación perfecta de un cielo esférico sobre nuestras cabezas, ya era realidad, estábamos en el Sahara.

Aunque aun casi nos separaban cinco largas horas hasta los campamentos, y eso que apenas estaban a 70km del aeropuerto, pero claro, estábamos en Argelia, y si una cosa caracteriza a este país, es la falta de prisas, horarios y puntualidad….

Tardamos dos horas solamente en el control de pasaportes, donde tuvimos que rellenar las famosas tarjetas de entrada al país, en árabe y francés, tiempo que nos sirvió para ver el sistema de descarga de las maletas del avión al aeropuerto, una cinta transportadora formada por dos caballetes y una tabla, que deslizándola a pura fuerza pasaban por un agujero para terminar las mismas en el suelo del interior de la Terminal, un método efectivo donde los halla.

Tras pasar el primer control, llegamos a la Terminal donde lo primero fue descubrir los aseos Argelinos, que básicamente es como la de los bares de los pueblos pero sin cisterna, o también llamado “el agujero”…

Más de dos horas después del aterrizaje ya empezamos a montar en los transportes que nos llevarían hasta Smara, eran autobuses donados por la diputación de León, algunos otros Vascos y al cual más antiguo y destrozado, concretamente en el que me monte le faltaba una ventana, que al principio me pareció gracioso, hasta que me di cuenta que la noche del Sahara de calurosa no tiene nada y menos en moviendo…




Así comenzó otro largo viaje por carretera hasta Smara con continuas paradas, incluso algún susto de choque entre nuestro autobús y otro que nos precedía, digamos que les gusta ir por la carretera “juntitos”.

Sobre las cuatro de la mañana (si no recuerdo mal) llegamos a los campamentos, la imagen nocturna de Smara fue como la de estar en un escenario de Guerra o el decorado de una película en una especie de retrofuturo.
Recogimos el material y buscamos a la señora que portaba el número de nuestra Haima correspondiente, la 127.
Nos despedimos del resto de los participantes y seguimos a aquella desconocida por estrechas calles llenas de construcciones de adobe y tela.

Cruzamos una puerta metálica que daba a un patio que centralizaba varias habitaciones de adobe y una gran haima de tela.
Nos invitó a entrar a la sala mas grande, antes de entrar eché una última mirada al cielo, aquí era aun más espectacular que en el aeropuerto…
Al entrar nos encontramos un acogedor salón, con un suelo cubierto por alfombras, unos pequeños colchones en los laterales que hacían la función de sofás con unos alargados cojines rojos, y unas suaves y llamativas mantas de colores.




Nos presentamos, la mujer se identifico como Mariam, a continuación otras dos chicas  entraron a nuestro encuentro, una de ella nos indicó en castellano donde estaba el aseo y nos pregunteo si queríamos “hacer el té” o dormir, evidentemente a esas horas escogimos la segunda opción.
Había sido un día muy largo, a las ocho de la mañana estaba trabajando en Gijón y a las cuatro de la mañana en la Haima de una mujer Saharaui, era un día tan raro que ya nada me extrañaba, solo quería dormir...

هيما  (la haima)

La oscuridad de la haima se rompe por la intensa luz que entra a través de la puerta, me incorporo acelerado sin saber muy bien ni que día es, si tengo que ir a trabajar, o es domingo de carrera, por un instante recupero la cordura y al fin me ubico, miro a aquella mujer que la noche anterior nos había recibido, se encuentra sentada delante de nosotros junto a un juego de té, un despertar muy distante al de la alarma del despertador o el politono del móvil.

Desde el primer momento, la tranquilidad y la paz que transmitía la mujer nos era contagiada a los cuatro invitados que poco a poco nos despojamos de nuestros sacos para saborear el primero de los muchos tes que tomaríamos en nuestra semana de convivencia.




La calma se va diluyendo según comienza a entrar más y mas gente en aquel cuarto, nos miramos mutuamente con timidez, sin saber muy bien que decir, que hacer, al fin entra en el cuarto una de las chicas que habla castellano y todo comienza a ser más sencillo.
Cuando rompimos la timidez hicimos las presentaciones, no recuerdo muy bien cuantas horas duro aquel desayuno, pero muchísimo más que los diez minutos que le suelo dedicar yo a diario…

La fama de hospitalidad Saharaui se siente desde el primer instante, la familiaridad con la que nos trataron, el abrir la puerta de su hogar como si fuera nuestra propia casa hizo que desde el primer día nos sintiéramos miembros de su familia.

Durante la siguiente semana aquel recinto de adobe se convirtió en el centro social entre nosotros y la familia de Mariam , donde a diario nos reunimos para realizar el “TE”, comer, dormir, y por supuesto bailar, pues si otra característica tiene el carácter Saharaui es el amor a la música, prácticamente todas las noches de nuestra estancia se cerraban con duras jornadas de una extraña mezcla de pachanga y música árabe, incluso (por suerte o por desgracia), nos toco escuchar alguna algún tema de Camela, y eso que no vi ninguna gasolinera….









الشباب (los jóvenes)

Según avanza lentamente el día vamos conociendo al resto de la gran familia que nos acogió en la aventura.

El encargado de nuestra seguridad, por decirlo de alguna manera, era Mohamed, el único chico de los cinco hijos de Mariam, que al pobre le tocó la responsabilidad de ser nuestra sombra durante toda la semana, era increíble la paciencia que llegó a tener el chico, llegando a esperar horas por nosotros mientras acudíamos a las distintas actividades del Sahara Maratón, no conseguí estar tranquilo hasta que nos devolvía sanos y salvos a la Haima, increíble la gran responsabilidad de un chico tan joven. Y aunque cuando había más gente elaboraba excelentemente su papel de señor y hombre de la casa, cuando nos quedábamos solos conseguía soltarse un poco, incluso alguna conversación que otra de “hombres”, y como no nuestras largas partidas nocturnas al ajedrez, es lo que tiene hacer las fiestas sin alcohol, que cuando las terminábamos aun había cabeza para jugar al ajedrez….

Y si Mohamed era la cara de la moneda, responsable, serio etc… la Cruz era para Monina, prima (creo) de Mohamed, era la responsable de nuestro compañero y ya veterano en el Sahara Maratón, Jesús, una chica jóven y sin novio, amante de la música latina, Bisbal, David Civera…  enganchada al teléfono móvil, sin duda el alma de la fiesta, no comprendo como con ese calor pudieran tener tanta energía….






Coría, Leisla, Bakiia y un montón más de hermanos y primos que no recuerdo el nombre o si los recordara los diría mal, costaba entender mirando alrededor como podían ser tan felices, y supongo que por esa esperanza y seguridad con la que hablaban sobre su futuro y su retorno a la tierra que les ha sido robada, incluso nos decían que cuando volvieran a su tierra nos invitarían a que viéramos lo bonita que era, que grandioso es no perder la esperanza incluso cuando desde fuera el futuro se ve tan negro…

Pero ellos son los jóvenes, son el futuro, si ellos tienen aún  sueños de libertad es que aun existe la esperanza.


السمارة (Smara)

Después de un largo desayuno y presentaciones los chicos nos llevaron a conocer Smara, la capital del RASH, uno no se hace la idea de la inmensidad de los campamentos hasta que los ve con sus propios ojos..

Por muchas fotos que se vean, videos o incluso las palabras que os pueda escribir no puede describir el paisaje que crea los campamentos en mitad del desierto, miles de haimas y casas de adobe repartidos en varios kilómetros a la redonda, un asentamiento provisional que ya  dura 36 largos años.

En los campamentos todo está construido de tal forma que sea los suficientemente confortable para vivir pero no  para pervivir, pues todo es provisional, esa es la esencia de los campamentos, que sea una situación provisional. Es lo que mantiene la esperanza de algún regresas a su hogar…









Supongo que comparando el asentamiento podría describirse como un retrofuturo, en el que una ciudad moderna fue destruida y tras ello se ha tenido que sobrevivir con los restos. Casas de adobe y Haimas junto a antenas telefonicas, parabólicas y placas solares….



الأطفال (los niños)

Tras el paseo por Smara volvimos al a Haima, ya era hora de comer, por cierto, una gran comida muy similar a la occidental, sustituyendo la ternera por Camello, el resto de las diferencias eran mínimas…

Después de la comida, la Haima comenzó a recobrar vida, una gran cantidad de niños de todas las edades comenzaron a entrar.

Hemos llegado a contar hasta 13 al mismo tiempo, al principio al ser tantos no me quedo más remedio que ponerles números.

Numero 1 el pequeño que siempre iba con los mocos colgado, numero dos la chica morena que no se alejaba de mi, numero tres la chica que bailaba etc…

Con el tiempo numero 1 se convirtió en SIDI, nº  2 en Maana, Nº 3 en Mugfara, Coría, Sahara, Navila… es increíble el cariño que se les llega a coger.

Cualquier niña por naturaleza es inocente y sin maldad, pero en un mundo en que no existe las posesiones, prácticamente el dinero no tiene validez, no existe las consolas, ni ordenadores, la relación  entre los niños y su actitud en general es toda una sorpresa para los que venimos de fuera.

Los besos y abrazos, juegos, bailes, canciones no paran cuando ellos están por el medio, es increíble el cariño que les he cogido a esos niños, muchos de ellos se han convertido en mis hermanitos pequeños, la despedida fue muy dura aun con cerrar los ojos me pongo triste si pienso en el tiempo que tardaré en volver a verlos, creo que las fotos resumen mejor que las palabras..















Nuestra corta pero intensa estancia en los campamentos junto a la familia de Mariam, ha creado en mi unos lazos que ni el tiempo ni la distancia podrán destruir.

Cuando creía que la ya no existía nada en el mundo por lo que mereciera la pena luchar, durante los últimos meses mi visión optimista del mundo se había nublado viendo que por mucho que cambien las cosas, por mucho que nos esforzáramos en cambiar, siempre el propio ser humano cegado por el dinero, material, poder, incapaces de convivir como seres civilizados en el que importe más un bienestar común que el propio……. De repente, encontrar en mitad del Desierto, o mejor dicho en mitad de la nada, pero nada de nada de nada,,, en el paisaje más desolador, sobre la tierra más inhóspita y poco confortable que puede uno imaginarse, en tal paraje encontrarse a seres humanos llenos de vida, esperanza, de sueños, capaces de hacerme sonreír, reír, bailar hasta agotarme… que sin tener nada te lo dan todo y hasta casi se ofenden por preguntarles si necesitan algo… el considerar a un desconocido tu hermano sin tener ningún tipo de interés económico intermedio… hace que piense que todavía haya luz en el corazón del ser humano.


Les echo de menos como si fueran mis hermanos o primos, se me llegan los ojos de tristeza solo de pensar que tardaré en volver a jugar con Maana, Sidi, Sahara o que tardaré en volver a bailar los exóticos bailes árabes con Mugfara, incluso alguna pachangaza con Monina, que tardaré en volver a saborear el dulce Té de Mariam o sentir en mis mejillas los besos de la pequeña Navila… Una despedida muy dura que por otra parte sentí la sensación de que solo es un hasta pronto y no un Adios….

Los que hay que van al Sahara a correr, otros a conocer los campamentos, incluso gente a ayudar a los Saharauis, yo solo quería entender el como se podía seguir así, como no perder la esperanza, y sin duda encontré la respuesta…

Este es un pequeñisimo resumen de mi experiencia con los Saharauis de un largo texto en el que estoy trabajando, pero como no, no todo fueron Tes y bailes, también toco sufrir y esta fue mi historia…


السباق (la carrera)

A las cinco de la mañana los tres participantes de nuestra Haima en la distancia de Maratón nos levantamos…
Según salimos del cuarto Mariam ya estaba esperándonos con la linterna en la mano para dirigirnos hacía el punto de encuentro con la organización, que aunque conocíamos perfectamente como llevar, se negó a dejarnos ir solos…

Un desayuno ligero de pan, mermelada y mantequilla, café y por su puesto té llenó los estómagos de los más o menos 100 atletas que tomamos la salida en la distancia reina (menos de 70 acabaron).

Con relativa puntualidad tomamos los autobuses hacia El aiun, el campamento más al sur de los cuatro que forman los refugiados Sarauis, a mi me toco viajar en un autobús de línea. Durante nuestro trayecto pudimos ver a través de las ventanas del autobús como un inmenso sol aparecía en el horizonte del desierto, un rojo espectacular que nos miraba desafiante consciente de que no iba a ser nuestro aliado en la aventura hacia la que partíamos.




Dos horas después de salir de Smara llegamos a nuestro destino, estabamos a las afueras del campamento, otro gigantesco poblado de haimas inundaban el paisaje, los nervios entre los participantes comenzaban a brotar, para los novatos como yo era todo una incógnita lo que nos esperaba tras la línea de salida, el suelo parecía bastante compacto incluso rápido, aunque suponía que no iba a ser tan bonito.
Después de una presentación de la carrera y casi sin darme cuenta dieron la salida, 42km me separaban de mi destino.
Los primeros kilómetros formamos un grupo bastante bueno, y aunque el ritmo era tal vez demasiado rápido, el terrero era bueno y nos lo podíamos permitir, aún el sol no era muy intenso y los kilómetros pasaban rápido.
En cuanto nos adentramos en el desierto lejos de Elaiun, el paisaje era mareante, a 360º no se veia nada, solo arena y cielo, kilómetros y kilómetros alrededor sin nada de nada de nada y sobre nuestras cabezas un intenso sol y alguna nube que apenas nos sirvió de ayuda.
El grupo comenzó a romperse, tres escaparon, una pareja se quedó más retrasada y yo en medio.






En los primeros kilómetros fui superando chicos locales que competían, muchos tal vez nunca había competido, lo estaban pasando mal, no llevaban ni geles, ni agua ni nada, pero se comentaba que a los participantes les daban luego muchas posibilidades de encontrar trabajo (policia y cosas de esas), los corredores que les pasabamos le ayudábamos en lo que podíamos, yo a un par de ellos le ofrecí mi agua, increíble que fuerza de voluntad tienen…

El kilómetro 20 apareció casi sin dificultad, no me creía que estuviera tan bien, gestionaba bastante bien los geles y el agua que llevaba con ayuda de los avituallamientos de la carrera, el único problema era que no usé polainas y cada poco se me acumulaba arena en los playeros, tuve que parar a vaciarlos unas tres o cuatro veces, no era mucha pero soy muy maniático con ese tema.
Por momentos también sentía mi pié derecho la extraña sensación de congelación, pero evidentemente no podía ser, así que supongo que sería por el calor, pero al no estar acostumbrado a este tipo de temperaturas me resulto extraño, por momentos incluso muy molesto.



Cuando crucé la media maratón tras el avituallamiento me quedé completamente solo, la entrada en Aused fue espectacular, todo el pueblo animando en la calle a lo largo de más de dos kilómetros, ayudaba muchísimo cuando las fuerzas comenzaban a fallar.

A la salida de Aused la primera dificultad, una cuesta de arena que daba paso al inicio de las dunas, la parte más dura de la maratón, fui incapaz de subirla corriendo, tuve que andar, los pies se me hundian en la arena, el cuadriceps izquierdo comenzó a dolerme muy intensamente, me dolía andando, corriendo y parado, estaba cargadísimo, solo el apretarlo con mi mano aliviaba el dolor.
Por momentos lo llegué a pasar muy mal, aun quedaba mucho, y la pierna no respondía, me daba igual terminarla andando pero es que ni así cesaba el dolor, así que recurrí a lo primero que se me ocurrió.
Tome la salida con dos portageles de velcro en los brazos, así que me los quité y los uní uno a otro para luego rodearme y apretarme el cuadriceps con el así ya no tenía que hacer presión sobre el con las manos, cada vez me pasaba por un avituallamiento me insistían los chicos que esperaba a la ambulancia para que me lo vendaran y por su puesto me negué, mi respuesta era, “con lo que salí es con lo que voy a llegar”, nada una cabezonería mía.




Con el remedio casero conseguí durante varios kilómetros alternar carrera y andar, me crucé con Rubén que participaba en la media maratón, menudo dos, el cojeando por su tobillo y yo con mi cuadriceps, menos mal que por esa zona no hacía videos.
Por momentos me paraba a respirar, mirar a mi alrededor, iba muy despacio pero sacaba mucha distancia a quienes iban detrás de mi y también delante, la soledad absoluta, nadie de nadie de nadie, por momentos tenía que fiarme bien en los puntos de referencia ( a veces difíciles de ver), para cerciorarme de que no me había perdido… El calor era duro pero me había adaptado bien, incluso bebía poco agua.

Cuando pasé el penúltimo avituallamiento pregunté cuantos km quedaban, me contestan que 8, en ese momento se me ilumina mi cara, que alegría, menos de diez, era imposible no acabarla, aunque fuera arrastrándome por la arena, no sabía ni las horas que llevaba ya en carrera, me daba igual, solo ocho kilómetros.
En el horizonte se podía ver las antenas de telefonía de Smara, estába cerca.
Ultimo avituallamiento, 6km a meta, se acabo, me kite el torniquete provisional de la pierna, el dolor ya era aguantable, podía continuar sin el, comencé a correr y me puse como objetivo no parar hasta meta, aunque fuera despacio no andar ni parar hasta cruzar la linea de llegada.
Cada paso costaba más, los kilómetros se hacían eternos, parecía que Smara se alejaba más que acercarse…

4 Km a meta, entramos en Smara, comienzan a llegar niños, me pedían de todo, la gorra las gafas, bufff no tenia ni fuerzas para responderles, uno me pidió los brazaletes de los geles que se los dí encantado ya que me quitaban un peso extra.
Apenas había espectadores en Smara, supongo que se cansaría de tantas horas de espera, además estábamos en el momento más intenso de sol.

Km 40, tan cerca pero tan lejos, no veía a nadie, no tenia claro si tenía que seguir de frente o girar, me costaba ver las señalizaciones, unos niños me indicaron el camino, como no después de pedirme la gorra que evidentemente no les dí…


Ya reconocía el camino, era la entrada del desfile que había visto el día anterior, estaba cerca, no veía el arco de menta pero sabía que estaba cerca. Giro a la izquierda y al fin, un discreto arco de meta con el logo del Sahara Maratón, y aunque la emoción era intensa mis ojos no eran capaces ni de generar lágrimas, los labios secos, los ojos llenos de arena, Conseguido, los 42km más duros de mi vida, nunca había sufrido tanto muscularmente, y aunque supe dominar mi cabeza en los momentos más solitarios y apenas sufrí deshidratación no recuerdo un esfuerzo físico tan duro en esta distancia, cuadro horas y media de sol, arena, dolor pero había merecido la pena…


6 comentarios:

Barroso dijo...

Buenisima narracion de lo sucedido , si dudaba algo de esa Maraton tu me lo has dejado claro es preciosa pero durisima la jodida , el reportaje fotogrfico maravilloso , algo si le darias a los peques ¿ no? te enseñaron el camino de meta,jajaja ,saludos CAMPEONISIMO

Zuperman dijo...

A los peques muchos besos y gominolas jajaj , bueno a los mayores también les gustaba las gominolas, como a todos...

Bel_ga_rion dijo...

Impresionante la crónica de todo. Enhorabuena no sólo por la carrera todo lo demás también.

Charlie dijo...

Precioso relato, reportaje, vivencia... qué pasada, ya tienes para escribir un libro, materia prima y talento no te falta! Qué tal estais de las lesiones, recuperados los dos?

Zuperman dijo...

Pues Rubén sigue cojo..... yo solo algo cargado, la verdad que la carrera es dura pero se recupera bien..

RAMON dijo...

Menuda experiencia,Enhorabuena por todo.

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