QUIEN NO CORRE VUELA

Reflexiones y paranoias de un Loco que no sabe de que huye pero prefiere correr que estarse quieto mientras ve la vida pasar

jueves, 3 de mayo de 2012

Hablar de lo que hablo cuando hablo de correr

Recuerdo hace dos años, cuando me invadió esta enfermiza adicción que sufro llamado running, leía el libro de Huruki Murakami, De qué hablo cuando hablo de correr, en el, Huruki relata de forma sencilla y popular aquellos pensamientos que rondaban su cabeza cuando corría, la soledad del fondista (y novelista), de forma tan humilde y sencilla que es muy facil sentirse representado...  en especial recuerdo estar leyendo en la playa su libro cuando narraba su gran experiencia  en los 100km del lago Saroma...
Aquel día leyendo esas páginas no podría imaginar que en apenas dos años iba a poder experimentar por mi mismo aquellos pensamientos que narraba Huruki en su ultrafondista experiencia, por ello, hoy me toca a mi Hablar de lo que Hablo cuando Hablo de correr.

No tengo claro cuando tomé la decisión de participar en los 101km peregrinos, aunque lo que si parece es que la decisión de correr 101km ya estaba tomada desde que me puse por primera vez unos playeros...

Siempre he tenido la necesidad de buscar el límite, de saber cual era el punto más lejano al que podía llegar,  cuando iba mi cuerpo  a decir basta ,hasta donde mi cabeza me iba a dejar continuar sin rendirme, cual es mi límite... tal vez por ello no logre terminar un reto y antes de disfrutarlo ya piense en el siguiente,

El inolvidable fin de semana comenzó en viernes en Ponferrada donde recogimos el dorsal y pasamos el resto del día, he de reconocer que tantas experiencias de este tipo me han convertido en cierta manera frio ante estos retos y no sentí ningún tipo de nervio, justo al contrario, tenía muchísimas ganas de comenzar, no tengo nada que demostrar y terminara o no el haber tomado la decisión de participar ya era el mayo reto que hasta el momento había vivido como deportista.

Trasnoche en el Polideportivo, cargué el cuerpo con una buena cantidad de magdalenas, y armado con mi mochila y  muchísimas ganas tomé la fría salida de la tercera edición de los 101km peregrinos.

Salimos detrás de las más de mil bicicletas, apenas eramos 300 marchistas, los primeros kilómetros fueron por la ciudad, en teoría era una salida controlada con lo que teníamos que ir detrás de unas bicicletas que nos controlaban el ritmo, aunque me pareció que fue demasiado rápido el ritmo,  por mi cabeza rondaban las dos opciones que barajábamos la mayoría, primero, aprovechar las fuerzas iniciales y quitarnos todos los kilómetros posibles y el resto sobrevivir, o segundo coger un ritmo moderado para aguantar toda la carrera.



Al principio el circuito era muy rápido, y aunque con algo de barro, se podía correr a buen ritmo. Intentaba guardar fuerzas en las subidas y restar kilómetros en las bajadas y llanos, enseguida me dí cuenta de algo con lo que no había tenido en cuenta en mis cálculos, el gran desnivel de la prueba, creo que llegamos a estár más de diez kilómetros de subida..

Como siempre en este tipo de pruebas los primeros kilómetros pasan rapidisimo, casi sin darme cuenta ya llegué al primer punto de control de mochilas, donde pude aprovechar a hacer una parada para reventarme las primeras angueñas, cambiar los calcetines y continuar ... por delante más de 60 kilómetros, en este punto de la carrera, aunque empecé a notar el cansancio, todavía me sentía con fuerzas, comenzaba la larga subida, así que con calma andando pero a ritmo alegre avanzaba entre avituallamiento y avituallamiento...



Sobre el kilómetro 45 comnezé a notar las primeras malas sensaciones, cada vez que el terreno se volvía llano o cuesta abajo me costaba muchisimo correr, los dolores en los cuadriceps eran tan grandes que por momentos casi no me dejaban ni andar, en mi cabeza solo podía pensar en el kilómetro 73, ultimo encuentro con la mochila de apoyo y el que yo consideraba punto de no retorno, es decir, si llegaba ahí solo existía la opción de acabar.

La vista de las médulas era impresionante, el paisaje mejoraba al mismo ritmo que mis piernas empeoraba, sin embargo mi optimismo crecio al sentir que tampoco empeoraba, así que si podía continuar ahora podría seguir más alante, por momentos mejoraba y llegaba a poder correr con algo de soltura, pero los dolores seguían siendo bastante fuertes.

Pasé por un avituallamiento "no oficial" donde un niño me ofreció rebujito, le dije que no, a lo que me contesto "anda bebe un poco, que todos decis que no y luego os gusta"... claro con esa contestación quien se iba a negar, y la verdad es que no estaba nada mal.


En el horizonte veía un castillo que no recuerdo el nombre por el que teníamos que pasar, y aunque  no parecía muy lejano, fue todo un mundo el poder llegar hasta él, conseguí correr durante una larga bajada hasta un avitullamiento, justo el último antes de llegar al paso psicológico del 73, el viento empezó a levantarse, tenía pinta que nos ibamos a mojar...

Y así fue, justo antes de llegar al último puesto de control con mochila de apoyo ya tuve que ponerme el chubasquero, además ya quedaban pocas horas de sol, pero daba igual, solo me quedaba una cuarta parte, solo quedaba terminar o terminar...

Me tome bastante tiempo en este punto, aproveché para vendarme los cuádriceps para apaciguar el dolor, la organización me recordó que tenía que coger el frontal ya que la noche se acercaba, incluso me dieron un poncho para continuar bajo la lluvía.

Para mí este fue le momento clave de la carrera, aquí ya no existía el factor cuerpo, ese hacía mucho que me había abandonado, solo la cabeza me iba a ayudar a terminar, es una agridulce sensación, sentirte relativamente cerca, pues despues de tres cuartas partes de carrera de carrera ya no podía rendirme, pero claro, mirar el reloj y calcular mentalmente la cantidad de horas que me quedaban aun para cruzar la meta además de tener en cuenta que el ritmo de carrera cada vez era menor y los dolores mayores, sin contar que la noche se avecinaba....

Pero no se si fue por efecto placebo, las vendas de los cuadriceps, la pastilla del ejercito que me dío un participante de la carrera que aun no se ni que era, o el rebujito, pero la cuestión es que tras salir de aquel avituallmiento, mis piernas volveron a correr, podía trotar incluso cuesta arriba, los kilómetros seguían pasando muy lentamente pero pasaban, y yo seguía de pié, cada paso que daba era el paso más lejano que mi vida había dado en un mismo día, ya apenas me cruzaba con bicicletas, ni corredores, el grupo estaba muy estirado, estaba totalmente solo y así lo iba a estar practicamente el resto de la carrera.

Llegué al km 80, solo me quedaba medía marathon, todavía no era de noche pero me puse el frontal en la cabeza aprovechando que paró de llover y podía realizar la maniobra en seco.



A  unos 14km de meta se me hizo de noche, atravesaba ya el trazado que coincidía con el inicio de la carrera, pero la dificultad del barro se le añadía la noche, el ir solo y el frio,  la extraña sensación de ver el vapor del frio salir de mi boca que el frontal iluminaba.

Pasado el kilómetro 90 comencé a subir la última cuesta, no me podía creer que tras tantas horas de carrera, me iba a tocar subir semejante desnivel, la única referencia que tenía era unas balizas luminosas rojas que indicaban el camino que por desgracia veía demasiado encima de mi cabeza.

Tras el último avituallamiento donde podía hasta tomar cerveza, comenzó el último tramo, apenas seis kilómetros, ya podía divisar las luces de Ponferrada.

Iba a acabar iba a acabar, ya me daba igual lo que quedaba, sabía que iba a terminar, estaba en Ponferrada.
A diferencia que al cominezo, nos metieron por un sendero pegado al rio Sil, se me hizo eterno, incluso tuve que dar la vuelta por un desvio donde me despisté, tenía cierta gracía perderse en el kilómetro 99, apenas recorri 50 metros me di cuenta de mi error y volví a la pista.

Para terminar una bonita subida para salir del paseo que daban paso al recinto ferial proximo al Polideportivo, ya divisaba el arco rojo de meta.

No se como lo hice ni de donde saque la fuerza, ni si quiera el porque lo hice, pues poco sentido tenía, pero sprinté lo más rápido que pude esos últimos metros, 14 horas depués, por fin, 101km, lo había conseguido...



En cuanto paré no podía ni andar, mis piernas no respondían, es como si supieran que ese era el límite, como si mi cuerpo hubiera repuesto la gasolina justa para completar 101km y cruzada la meta se hubiera agotado, mi cuerpo solo era un cascaron inútil que no se mantenía en pie, solo las endorfinas que generaba mi cerebro por la felicidad de terminar apaciguaban los dolores y calambres con los que mi cuerpo me recordaba que estas cosas que le hago no son buenas.

Apenas 48horas después ya he olvidado esas duras sensaciones de dolor, esos pensamientos que nos suceden a todos de "que coño hago aquí", o el de "no vuelvo a hacer otra cosa de estas". 
Ya pienso en mi próximo reto, sigo queriendo llegar más lejos, no me conformo con esto, se que puedo llegar más lejos, más rápido, se que mi cuerpo no ha llegado a su límite, se que puedo sufrir más sin rendirme, esto no acaba aquí, y creo que el problema es que esto nunca acaba....

4 comentarios:

XENTE CORRENDERA dijo...

Enhorabuena.y mucha buena suerte.
Carmen.

Charlie dijo...

Se me acaban los adjetivos para calificarte... cuando te conocí admiraba tu capacidad física, ahora ya me doy cuenta que tu auténtico talento es una mente capaz de imaginar sueños casi imposibles y luego perseverar hasta acabar haciendolos realidad uno por uno... felicidades y a seguir rompiendo barreras y explorando tus límites, Travesera a la vista?? Por cierto, la retransmisión "en directo" fue una genialidad absoluta jeje!

Bel_ga_rion dijo...

Felicidades campeón. Sin duda el rebujito fue lo que te llevo a meta jejeje.

Zuperman dijo...

Gracias a todos, Charlie si la traveserá lo siguiente... pero ahi no voy a tener cobertura para retrasmitir jejeje...

Gracias a todos, pero vuelvo a decir que no hice nada que no pudiera hacer cualquier otro con la capacidad de no pensar demasiado....

Publicar un comentario