QUIEN NO CORRE VUELA

Reflexiones y paranoias de un Loco que no sabe de que huye pero prefiere correr que estarse quieto mientras ve la vida pasar

lunes, 2 de noviembre de 2015

Capitulo 2

Capitulo 2


Lo conseguí, no han pasado 3 años y ya estoy aquí,

Al volver poco a poco a incorporarme al trail, paralelamente recuperé mi relación con las redes sociales, y descubrí lo analfabeto que la tecnología me había vuelto, ahora ya no solo valía con tener una cuenta de facebook, si no estás en twitter, instagram, vine es casi como si no existieras. 

Creo que nunca oí tantas veces eso de… “que es de tu vida”, como esta temporada que abandoné mi participativa actividad en las redes.
Pues como dice la canción, que no estaba muerto… aquí sigo, y como soy incapaz de resumir en un tweet 140 caracteres, o en un vine de 6 segundos, continuo esta resurrección de mi blog.


De ruta con WIFI

Al principio mi únicos entrenamientos fueron por las mañanas, tan de mañana que mi única compañía era mi perrina, ella no ponía pegas a levantarse a las seis de la mañana para dar un paseo alrededor del Nalón.

Uno de mis primeros días de entrenamiento este año con compañía humana (más o menos), fue recién empezado enero, con dos, de aquella “conocidos”, que hoy ya puedo considerar amigos. Fue tal la humillación que sufrí aquel día, ser yo el lastre de aquellos individuos que media hora antes de salir estaban sentados en una terraza tomando café y fumando, que se convirtió en el punto de no retorno, ya no había excusas, había que mejorar.
Primer entreno del año con humanos


Jamás he sentido pretensiones de victorias o superar a nadie, pero el “no poder” era lo que no me gustaba. Debía estar listo en primavera para colgarme un dorsal para una carrera de trail, y lo iba a conseguir…

Esta era una situación especial para mí, así que también recurrí a métodos que nunca había usado, lo primero fue que durante un par de meses seguí un entrenamiento, enfocado a perder peso y a volver a correr casi desde 0.

La segunda, ya que comenzaba una nueva etapa, necesitaba nuevas motivaciones, y me alisté a las filas de un recién creado equipo de trail “CUMBRE”, para mi esto no fue solo el llevar una camiseta, si no el crear un vinculo social con esta tierra que me había adoptado, Langreo.

Con la equipación de CUMBRE


Los meses pasaron, con muchas salidas nocturnas, hasta el punto de no recordar cual había sido la última vez que entrenaba con luz.

Una de las muchas salidas nocturnas

Era mayo, había llegado la hora, todavía con algún kg de más y las piernas aun bastante “blanditas” decidí volver a competir, colgarme de nuevo un dorsal en una carrera de trail año y medio después.

Le elegida fue el trail del Angliru, nunca la había corrido y me parecía buena para comenzar así no tenia ninguna referencia anterior.

Creo que lo mejor de la carrera fue el reencuentro con conocidos y amigos que hacia tiempo que no veía, pues lo que fue la competición dejó mucho que desear.
Quise salir como si los meses anteriores no hubieran existido, volver a seguir la estela de aquellos con los que codo a codo nos jugábamos las posiciones antaño, pero yo no era el de antaño.

Ultimos metros del Trail Angliru

Además la sensación de correr con sol y calor se sumo a mi falta de fondo, mi mala técnica de bajada, todo formó un cóctel de elementos que hizo que no disfrutara demasiado de mi reincorporación al trail, pero de todas formas había vuelto y eso era lo que contaba, superé el miedo de volver a competir, estaba listo para el siguiente paso, volver a mis añoradas ultras.


Continuará…. 

martes, 27 de octubre de 2015

Capitulo 1

Hola buenas, se puede.

Siento la tardanza pero solo han sido 3 años, creo que esta vez la escusa de que no he tenido tiempo no sirve, así que me inventare otra... ummm... pues no se mentir lo siento, simplemente no me apetecía. 

Aunque la muerte de este blog no ha sido repentina si no mas bien lenta y agonizante, y ni quiera se si esto va a ser una resurrección, un leve espasmo de un cuerpo ya inerte o el insomnio que últimamente no deja de acosarme, sea como sea aquí estoy, otra vez delante de mi ordenador intentando ordenar todo el batiburrillo de mi cabeza para intentar expresar con palabras alguna historia, cuento o chiste digno de ser leído por algún despistado internauta (dios creo que hacia años que no oía esa palabra) que halla topado este blog.

Lo primero que me he dado cuenta cuando al volver a entrar en esta pagina es lo mucho que ha cambiado el mundo en apenas 3 años. El propio hecho de sentarme delante del ordenador para ojear paginas y blog se ha convertido en una imagen cada vez menos convencional, ahora si hay que leer algo mas largo que 160 caracteres del twitter o dos lineas de whatsapp parece que nos encontremos delante de una abultada novela de Ken Follet. Tal vez es que ahora la vida va más rápido, o nosotros tengamos más prisa, pero está claro que en la actualidad cuanto mas corta, concisa y menos palabras utilicemos a más persona llegaremos, aunque deportiva mente cada vez somos más rápidos (si porque yo he venido a hablar de correr), menos tiempo tenemos.

Dicho esto, creo que volver a retomar este blog hoy en dia, es un fracaso anunciado desde el primer momento, no soy de los que le gusta resumir, ni soy breve en mis discursos. Por ello compañero lector (si es que hay alguno), te recomiendo que cierres esta ventana y continúes tu  vida.

Pero que pasa, aun sigues ahí, que raro, si es así solo hay dos opciones, o estas trabajando y leer esto es lo mas entretenido que has encontrado para hacer ( has de mirarte eso), o realmente sientes curiosidad de ha donde va a llevarte todo esto, sea lo que sea este es el pequeño resumen de lo que me ha entretenido estos últimos 3 años.

He de reconocer que durante este tiempo he intentado adaptarme al mundo, he cumplido todo los canon de un ciudadano ejemplar de la sociedad actual, he trabajado, me he independizado con mi novia, he consumido (osea gastar dinero) todo lo que he podido para que intentar sacar a este país de la crisis, he tenido una hija y no he matado a nadie así que he aumentado la población mundial en +1, y tras un largo tiempo alejado del trail, en 2015 al fin he vuelto a correr.

Y no ha sido fácil, porque aunque el año comenzó como una buena propuesta de nochevieja (eso y que en enero tenia reconocimiento medico anual), pero solo con intenciones no se puede hacer nada. Subirse a la báscula y verte con 14kg de más, y salir a correr 5km y sentir que el corazón podría salirte por la boca si hubiera acelerado un poco, supongo que la palabra más acertada seria frustración.

Mi primer contacto con la competición fue en una de las ya tan famosas pruebas de obstáculos que han plagado todo el país, fue ahí donde vi lo mal que estaba, y no por el hecho de ser más rápido o más lento, si no por llegar a meta y que la chica de las camisetas me ofreciera una talla XL. 



Mi primera competición despues de muchos meses

Había que hacer algo, y la solución era mas matemática que física.

10 hora que paso fuera de casa por el trabajo 
+ 8 durmiendo 
+ 2 horas al dia de desayunos, comidas etc.. 
+ 1 hora al dia de uso para higuiene personal (creo que aqui he redondeado mucho), 
+ 1 horas al dia que según la OMS dedicamos al dia en TV Internet etc, 
+ 2 hora de asuntos propios (compra, cocina, familia..)
Total 24 horas al dia

Solo había dos opciones, dejar de trabajar o dejar de dormir, me decante por la opción de dejar de trabajar, pero a mi novia no le gusto mucho la idea, así que deje de dormir y así comenzó un año de TRAINING NIGHT (estoy seguro que esta mal escrito).....

Amanecer de una de mis primeras salidas nocturnas en Febrero

Continuará....

domingo, 24 de junio de 2012

¿Que sueña una vaca?

De todas las dudas que me podían haber surgido los días (y semanas) previas a mi participación en la carrera más dura del mundo, era la más absurda la que más quebraderos de cabeza  me daba, ¿Qué harían las vacas cuando pasara a su lado en plena noche en la más absoluta oscuridad?

Se que suena estúpido, pero creo que he perdido la cuenta de la cantidad de veces que he tenido que variar mi ruta por la montaña debido a la presencia de estos seres tan dóciles pero casi siempre acompañadas de toros no siempre tan amables...

Con o sin vacas, está es mi experiencia en mi primera Travesera.
Una de las ventajas cuando comienzas a correr pruebas deportivas de cierta dificultad, es que con el tiempo, se pierde el miedo al fracaso, a los nervios de que nuestro cuerpo caiga vencido por la dureza de la carrera,   llegas a tomar las salidas con toda la confianza que antes o después, mejor o peor, cruzaremos la línea de meta. Sin embargo esa sensación comenzó a desaparecer el día que decidí participar en "La Travesera".

El primer día que comencé a sentir que esa sensación de poder con todo se desvanecía fue al terminar el Sahara Marathón, cuando Abel, mi Salmantino compañero de Haima en los campamentos de refugiados, experimentado ultrafondista  en multitud de carreras de este tipo me dijo, "... esta ha sido la segunda o tercera carrera más dura de mi vida..." cuando le pregunté cual había sido la más dura, creo que ya os imagináis la respuesta ¿no? efectivamente la Travesera.

El segundo día fue las horas posteriores a los "101km Peregrinos" cuando participantes de diferentes puntos geográfico de nuestra país, hablaban de la carrera como "... buen entrenamiento para la Travesera..." y por su puesto todos calificando esta como la prueba más dura que jamás habían realizado, me resultaba difícil de creerles cuando me hablaban con temor sobre la travesera mientras les veía en sus muñecas pulseras de finisher de Iroman de Lanzarote o camisetas de "Marathon de Sables".

Estaba claro que lo que iba a vivir en la Travesera iba a ser una experiencia dura, incluso por mi cabeza se me planteó muchos días que no pasaría nada por retirarme si me viera mal, que incluso los mejores y más duros corredores en su primer año se habían retirado,  idea que jamas había rondado mi mente antes de una carrera...

Y pasaron los meses y las semanas, y sin darme cuenta había llegado al día, como siempre los últimos días culpándome por no haber ido ni si quiera a entrenar alguno de esos collaos que solo mencionar su nombre asustaban a los corredores, me veía con fondo suficiente para afrontar muchas horas de carrera, pero temía una torcedura de tobillo un traspiés, algo que echara abajo todo, y las vacas.... que pasaría con las vacas.... he de admitirlo, estaba nervioso.

Cuando me desperté el viernes aun no era consciente de que la carrera se disputaba esa misma noche, me tomaba que la prueba era al día siguiente, con lo que de cierta forma casi hasta me reducía los nervios, como todos, intenté dormir algo de tarde, tarea que resulto inútil, solo pensaba en empezar, necesitaba sentir que estaba ya en carrera para deshacerme de los nervios, cruzarme con la primera vaca y ver su reacción necesitaba comenzar este nuevo reto...
Horas previas a la carrera

Al fin llego la hora, cuando vi el aparcamiento del Repelao ya se me quitaron todos los nervios, el ambiente era inmejorable, algo sosos los organizadores en la megafonía (aun tenemos mucho que aprender de las carreras Vascas), pero la gran cantidad de corredores (entre 350 y 400 he oído), no había sueño, tenía las energías por las nubes, era el momento de comenzar.

Apunto de salir


La salida me pareció rapidísima, los casi 2km de asfalto me hicieron romper a sudar, el mejor calentamiento para comenzar la larga subida hasta el Lago Enol.

Al principio aunque se noto la gran cantidad de participantes que nos hizo ir algo despacio en las zonas estrechas, nada más llegar a Orandi ya cogimos ritmo y por fin pude despejar mis dudas, ahí estaban, las primeras Vacas que nos encontraríamos en el camino, el frontal de nuestras cabezas iluminaban sus grandes ojos que nos miraban con asombro.



Antes de llegar a la Vega de Enol, eché la mirada hacia atrás para descubrir la espectacular imagen que dibujaba los cientos de frontales a lo largo de la pista de Les Velenes, una cadena humana que formaba una línea luminosa que serpenteaba por aquellas pistas, que aunque había pasado varias veces por ellas, la noche la convertía en un terreno irreconocible para mi.

Según nos acercábamos al primer avituallamiento, empezaron a multiplicarse el número de espectadores, era increíble ver a tanta gente animando en aquella madrugada. Continuamos por una pista bastante rápida y poco técnica que nos permitió al menos durante unos minutos dejar de mirar al suelo y levantar la vista para contemplar el espectacular cielo cubierto de estrellas que nos acompañarían hasta el amanecer.

El paso por Vega Redonda fue bastante cómodo, me sentía muy fuerte, las horas avanzaban, no sentía ninguna molestia, ni sueño, y apenas sed, esta disfrutado, algo muy difícil de imaginar los días anteriores. Llegados a Jou Santu la nieve comenzó a aparecer, comenzamos cada vez a  andar más por terrenos helados, aprovechando las huellas de los corredores anteriores hacían más fácil el paso.

Cuando comenzamos a descender empezaron los problemas, me resultaba muy complicado descender por la nieve sin caerme, sabía que tenía que haber entrenado más, pero no el esquí, y no hubiera venido mal.
Cuando me cansaba de caerme, tomaba la decisión de hacer las bajadas de "culo", creo que para próximas ediciones me plantearé llevar un plástico a forma de trineo.

Pasadas las cinco de la mañana (aproximadamente), divisé por primera vez Caín, parecía tan cercana, pero ni mucho menos, los primeros metros de descenso aún había nieve, y en la primera caida, uno de los bastones se me quedo clavado y rompió a la mitad el último tramo, no había llegado al kilómetro 30 y ya había destrozado un bastón. Sin uno de los palos, me tomé con mucha calma la bajada, cuando pasé por una fuente, cogí una piedra, martilleé el tramo roto y conseguí que encajara en el bastón de forma un poco arcaica pero que cumplía su función, sabía que era un remedio casero pero tenía esperanza que me durara al menos unos cuantos kilómetros.
 
Amaneciendo llegué al desayuno de Caín, fue el avituallamiento que más tiempo me detuve, a partir de ahí comenzaba la segunda carrera, era de día, tenía que olvidar todo lo anterior y pensar que ahí comenzaba otra carrera, había cumplido el objetivo de llegar a este punto sin estar demasiado cansado, era mi objetivo, llegar a Caín nuevo, no pecar como siempre de romper al principio porque en esta carrera lo pagaría.

Dobresengos me resultó incluso divertido, me encantó tener que trepar, conseguí coger un buen ritmo y llegué a la Horcada muy animado, apenas había tomado geles, me encontraba muy despierto y con fuerzas, y a partir de aquí apenas vería vacas en el camino, todo iba sobre ruedas.

Pero no todo fue tan bonito, al comenzar el descenso hacia Urriellu, el bastón que había conseguido reparar se volvió a partir, esta vez a la altura del anclaje del tramo inferior, con lo que no era posible la reparación, definitivamente me había quedado sin apoyo. Guardé los trozos rotos en la mochila y saqué el segundo tramo del palo hasta el final, era bastante peligroso ya que al no tener punta, el palo me resbalaba  si lo usaba sobre superficies lisas, pero era la mejor solución disponible.

Llegué a Urriello con algo de hambre, pero la verdad que las opciones que había en el avituallamiento no me ayudaron mucho, creo que tomé algo de chocolate y medio plátano, aproveché para colocarme una de las polainas que también se me había roto, y continué hacía la parte de la carrera que menos me gustó, la Collada Bonita.



Aunque el paisaje era espectacular y aun tenía fuerzas de sobra, del descenso del collao fue un infierno, agarrado como pude a la cuerda que la organización nos tendió conseguí descender, gracias a los guantes que llevaba evité quemar las manos, pero lo que me encontré abajo no fue muy motivador, había muchisima nieve, no me sentía nada cómodo corriendo sobre esa superficie, además el descenso hacia Sotres se me hizo larguíiiisimo, la única motivación, que me había planteado que si llegaba a Sotres solo había dos opciones, acabar o acabar...



Llegue al avitualliento algo más cansado que en los anteriores, pero el poder cambiarme los calcetines y ver a gente conocida me motivo para seguir con fuerzas, tenía por delante la niña negra de la carrera, El canalón del Jidiellu, había oído hablar de el muchas veces, todos me habían dicho lo duro que se hacía, pero hasta que no te lo encuentras de frente, y con las fuerzas ya mermadas no se hace uno la idea, cada vez que avanzaba un metro parecía que la cima se alejaba dos, el paso final  por la lengua de nieve fue casi más de escaladador que de corredor, agarrado a las cadenas y las cuerdas llegué a la cima.

La cara que me quedo al ver el Jidiellu

El camino se allanó intenté correr, pero el empedrado camino hizo que mi palo se rompiera, esta vez por el tramo del medio, lo encaje pero estaba totalmente suelto, aunque ya no me importaba, estaba tan cerca...
Cuando llegue a la pista volví a correr, a partir de ahí eche lo que pude hasta llegar al Jitu Escarandi, volví a ver vacas, ya no me preocupaban, estaba tan cerca de la meta que no me importaba pasar pegado a ellas incluso darle a algún beso a alguna de lo contento que estaba de estar tan cerca...



Aunque este tan cerca se me hizo algo lejano, sin duda la peor parte de la carrera para mi, ni Dosbresengos ni Jidiellu, el camino desde Escarandi a Arenas fue un horror, nos calló la niebla, empezó a llover, eran subidas poco pindias pero cansadas, las piernas se resentían del tramo que había corrido por el Caseton de Andara, las banderas que señalaban el camino apenas se veían por la niebla, miraba el reloj y los kilómetros no pasaban, lo que iba a ser un paseo final se estaba convirtiendo en la peor parte de la prueba.



Al fin llegué a la calzada de Caoru, y nada más comenzar probé la dura piedra sobre mi culo, el terreno estaba muy mojado y la piedra muy sobada, no era capaz de correr por ese terreno, mis zapatillas no me daban la adherencia deseada y mis piernas no respondían como al principio, además no quería estropear la carrera por un mal paso, un tobillo roto o similar por arriesgar en los últimos kilómetros.

Cuando acabó la calzada, entré en el Castañeu y comencé a correr todo lo que pude, ahora si que no quería reservar nada, era un terreno sin peligro de caídas, no dejar de correr hasta la meta, ese era el objetivo.

Entré en Arenas, una señora desde su casa me daba ánimos, apenas quedaban unos metros de duro asfalto hasta la meta, nada más cambiar de terreno las piernas empezaron a doler, pero me daba igual, no podía dejar de correr hasta la meta, por fin la divisé, comencé a ver a mis amigos y conocidos animándome, lo iba a conseguir, iba a completar la temporada con mi mayor reto hasta hoy, había terminado la Travesera en mi primer intento, estaba FECHU.



Cuando crucé la meta las piernas se me pararon, idéntico que en los 101km peregrinos, hacía 30 segundos estaba corriendo y ahora no podía ni andar, ya todo me daba igual, había terminado, la carrera que me había quitado el sueño, la prueba que me faltaba para concluir estos 12 largos meses de locuras en el que dejé de soñar las cosas para empezar a hacerlas, en los que me planté que si decía que hacía una cosa la tenía que hacer si o sí, 12 meses que me ha llevado a recorrer siete países, miles de kilómetros de diferentes terrenos, cientos y cientos de personas y amigos nuevos. Experiencias que no se me olvidarán en mi vida por mucho locuras que  viva a partir de ahora. 

Desde mi viaje a Portugal donde por primera vez me enfrenté a una Ultra en la Maratona Atlantica, hasta acabar el Sahara Marathón, y los 101km peregrinos,  pasando por la transalpine-run, y el Goretex TrainingCamp, necesitaba la Travesera para hacer este año redondo, y puedo asegurar que si antes no tenía miedo a enfrentarme a ningún reto, ahora si que no hay nada que me detenga, no hay nada demasiado duro, distancia lo suficientemente larga o vaca, que pueda doblegar mis ánimos a seguir cumpliendo mis locos sueños.

jueves, 3 de mayo de 2012

Hablar de lo que hablo cuando hablo de correr

Recuerdo hace dos años, cuando me invadió esta enfermiza adicción que sufro llamado running, leía el libro de Huruki Murakami, De qué hablo cuando hablo de correr, en el, Huruki relata de forma sencilla y popular aquellos pensamientos que rondaban su cabeza cuando corría, la soledad del fondista (y novelista), de forma tan humilde y sencilla que es muy facil sentirse representado...  en especial recuerdo estar leyendo en la playa su libro cuando narraba su gran experiencia  en los 100km del lago Saroma...
Aquel día leyendo esas páginas no podría imaginar que en apenas dos años iba a poder experimentar por mi mismo aquellos pensamientos que narraba Huruki en su ultrafondista experiencia, por ello, hoy me toca a mi Hablar de lo que Hablo cuando Hablo de correr.

No tengo claro cuando tomé la decisión de participar en los 101km peregrinos, aunque lo que si parece es que la decisión de correr 101km ya estaba tomada desde que me puse por primera vez unos playeros...

Siempre he tenido la necesidad de buscar el límite, de saber cual era el punto más lejano al que podía llegar,  cuando iba mi cuerpo  a decir basta ,hasta donde mi cabeza me iba a dejar continuar sin rendirme, cual es mi límite... tal vez por ello no logre terminar un reto y antes de disfrutarlo ya piense en el siguiente,

El inolvidable fin de semana comenzó en viernes en Ponferrada donde recogimos el dorsal y pasamos el resto del día, he de reconocer que tantas experiencias de este tipo me han convertido en cierta manera frio ante estos retos y no sentí ningún tipo de nervio, justo al contrario, tenía muchísimas ganas de comenzar, no tengo nada que demostrar y terminara o no el haber tomado la decisión de participar ya era el mayo reto que hasta el momento había vivido como deportista.

Trasnoche en el Polideportivo, cargué el cuerpo con una buena cantidad de magdalenas, y armado con mi mochila y  muchísimas ganas tomé la fría salida de la tercera edición de los 101km peregrinos.

Salimos detrás de las más de mil bicicletas, apenas eramos 300 marchistas, los primeros kilómetros fueron por la ciudad, en teoría era una salida controlada con lo que teníamos que ir detrás de unas bicicletas que nos controlaban el ritmo, aunque me pareció que fue demasiado rápido el ritmo,  por mi cabeza rondaban las dos opciones que barajábamos la mayoría, primero, aprovechar las fuerzas iniciales y quitarnos todos los kilómetros posibles y el resto sobrevivir, o segundo coger un ritmo moderado para aguantar toda la carrera.



Al principio el circuito era muy rápido, y aunque con algo de barro, se podía correr a buen ritmo. Intentaba guardar fuerzas en las subidas y restar kilómetros en las bajadas y llanos, enseguida me dí cuenta de algo con lo que no había tenido en cuenta en mis cálculos, el gran desnivel de la prueba, creo que llegamos a estár más de diez kilómetros de subida..

Como siempre en este tipo de pruebas los primeros kilómetros pasan rapidisimo, casi sin darme cuenta ya llegué al primer punto de control de mochilas, donde pude aprovechar a hacer una parada para reventarme las primeras angueñas, cambiar los calcetines y continuar ... por delante más de 60 kilómetros, en este punto de la carrera, aunque empecé a notar el cansancio, todavía me sentía con fuerzas, comenzaba la larga subida, así que con calma andando pero a ritmo alegre avanzaba entre avituallamiento y avituallamiento...



Sobre el kilómetro 45 comnezé a notar las primeras malas sensaciones, cada vez que el terreno se volvía llano o cuesta abajo me costaba muchisimo correr, los dolores en los cuadriceps eran tan grandes que por momentos casi no me dejaban ni andar, en mi cabeza solo podía pensar en el kilómetro 73, ultimo encuentro con la mochila de apoyo y el que yo consideraba punto de no retorno, es decir, si llegaba ahí solo existía la opción de acabar.

La vista de las médulas era impresionante, el paisaje mejoraba al mismo ritmo que mis piernas empeoraba, sin embargo mi optimismo crecio al sentir que tampoco empeoraba, así que si podía continuar ahora podría seguir más alante, por momentos mejoraba y llegaba a poder correr con algo de soltura, pero los dolores seguían siendo bastante fuertes.

Pasé por un avituallamiento "no oficial" donde un niño me ofreció rebujito, le dije que no, a lo que me contesto "anda bebe un poco, que todos decis que no y luego os gusta"... claro con esa contestación quien se iba a negar, y la verdad es que no estaba nada mal.


En el horizonte veía un castillo que no recuerdo el nombre por el que teníamos que pasar, y aunque  no parecía muy lejano, fue todo un mundo el poder llegar hasta él, conseguí correr durante una larga bajada hasta un avitullamiento, justo el último antes de llegar al paso psicológico del 73, el viento empezó a levantarse, tenía pinta que nos ibamos a mojar...

Y así fue, justo antes de llegar al último puesto de control con mochila de apoyo ya tuve que ponerme el chubasquero, además ya quedaban pocas horas de sol, pero daba igual, solo me quedaba una cuarta parte, solo quedaba terminar o terminar...

Me tome bastante tiempo en este punto, aproveché para vendarme los cuádriceps para apaciguar el dolor, la organización me recordó que tenía que coger el frontal ya que la noche se acercaba, incluso me dieron un poncho para continuar bajo la lluvía.

Para mí este fue le momento clave de la carrera, aquí ya no existía el factor cuerpo, ese hacía mucho que me había abandonado, solo la cabeza me iba a ayudar a terminar, es una agridulce sensación, sentirte relativamente cerca, pues despues de tres cuartas partes de carrera de carrera ya no podía rendirme, pero claro, mirar el reloj y calcular mentalmente la cantidad de horas que me quedaban aun para cruzar la meta además de tener en cuenta que el ritmo de carrera cada vez era menor y los dolores mayores, sin contar que la noche se avecinaba....

Pero no se si fue por efecto placebo, las vendas de los cuadriceps, la pastilla del ejercito que me dío un participante de la carrera que aun no se ni que era, o el rebujito, pero la cuestión es que tras salir de aquel avituallmiento, mis piernas volveron a correr, podía trotar incluso cuesta arriba, los kilómetros seguían pasando muy lentamente pero pasaban, y yo seguía de pié, cada paso que daba era el paso más lejano que mi vida había dado en un mismo día, ya apenas me cruzaba con bicicletas, ni corredores, el grupo estaba muy estirado, estaba totalmente solo y así lo iba a estar practicamente el resto de la carrera.

Llegué al km 80, solo me quedaba medía marathon, todavía no era de noche pero me puse el frontal en la cabeza aprovechando que paró de llover y podía realizar la maniobra en seco.



A  unos 14km de meta se me hizo de noche, atravesaba ya el trazado que coincidía con el inicio de la carrera, pero la dificultad del barro se le añadía la noche, el ir solo y el frio,  la extraña sensación de ver el vapor del frio salir de mi boca que el frontal iluminaba.

Pasado el kilómetro 90 comencé a subir la última cuesta, no me podía creer que tras tantas horas de carrera, me iba a tocar subir semejante desnivel, la única referencia que tenía era unas balizas luminosas rojas que indicaban el camino que por desgracia veía demasiado encima de mi cabeza.

Tras el último avituallamiento donde podía hasta tomar cerveza, comenzó el último tramo, apenas seis kilómetros, ya podía divisar las luces de Ponferrada.

Iba a acabar iba a acabar, ya me daba igual lo que quedaba, sabía que iba a terminar, estaba en Ponferrada.
A diferencia que al cominezo, nos metieron por un sendero pegado al rio Sil, se me hizo eterno, incluso tuve que dar la vuelta por un desvio donde me despisté, tenía cierta gracía perderse en el kilómetro 99, apenas recorri 50 metros me di cuenta de mi error y volví a la pista.

Para terminar una bonita subida para salir del paseo que daban paso al recinto ferial proximo al Polideportivo, ya divisaba el arco rojo de meta.

No se como lo hice ni de donde saque la fuerza, ni si quiera el porque lo hice, pues poco sentido tenía, pero sprinté lo más rápido que pude esos últimos metros, 14 horas depués, por fin, 101km, lo había conseguido...



En cuanto paré no podía ni andar, mis piernas no respondían, es como si supieran que ese era el límite, como si mi cuerpo hubiera repuesto la gasolina justa para completar 101km y cruzada la meta se hubiera agotado, mi cuerpo solo era un cascaron inútil que no se mantenía en pie, solo las endorfinas que generaba mi cerebro por la felicidad de terminar apaciguaban los dolores y calambres con los que mi cuerpo me recordaba que estas cosas que le hago no son buenas.

Apenas 48horas después ya he olvidado esas duras sensaciones de dolor, esos pensamientos que nos suceden a todos de "que coño hago aquí", o el de "no vuelvo a hacer otra cosa de estas". 
Ya pienso en mi próximo reto, sigo queriendo llegar más lejos, no me conformo con esto, se que puedo llegar más lejos, más rápido, se que mi cuerpo no ha llegado a su límite, se que puedo sufrir más sin rendirme, esto no acaba aquí, y creo que el problema es que esto nunca acaba....

domingo, 22 de abril de 2012

Mis perezosas piernas

Se que suena a escusa barata de verdad que esta vez no soy yo son ellas.

Como este año mis piernas se están volviendo algo perezosas a la hora de acumular kilómetros, he tomado la decisión de hacerlos todo a la vez, así el día 28, (lo que viene siendo el sábado), tomaré la salida de un nuevo y duro reto...

Los 101km peregrinos de Ponferrada, pues eso, que pocas explicaciónes hace falta ¿no?, como las malas películas, el titulo ya lo dice todo

Este fin de semana tendré que recorrer más de 100km, bueno solo uno más de cien...

Y para no variar, como todos los lios donde me meto, a seis días de la prueba y no tengo prácticamente ni idea de nada, aunque cualquier información que adquirira sobre la prueba creo que cuando ronde el kilómetro 60 de poco me serviría.

Aunque la decisión de participar en esta carrera ha sido algo tardía, me ha dado tiempo suficiente para probar alguna que otra salida de 30km y darme aun más cuenta de lo duro que se me plantea conseguir el finisher de esta carrera, que sumado a los largos días de lluvia que han cubierto del barro todo el circuito de la carrera, hace todavía más atractivo el reto.... (si el que no se consuela...)

Como último contacto con el running hasta el comienzo del reto, he participado en la segunda edición de As Poleas, en Tapia de Casariego, y aunque la carrera se presenta como modesta, de las consideradas de asfalto, es de las que más me ha gustado últimamente.



Porque mucha parte de la carrera era por senderos y no carretera, por la excelente organización y ambiente en el pueblo, la buena espicha que nos ofrecieron al terminar amenizada por gaiteros, por su razonable precio de 4 euros y  por no ver a nadie de ninguna Federación y así no tener que pagar ningún impuesto revolucionario a la mafia por practicar nuestra afición... (madre la que me va a caer por esto....).

Lo dicho, carrera humilde que tiene mucho que enseñar a otras de mayor renombre y veteranía.

Eso sí,  si mis piernas ya me pedía a gritos un descanso, después de esta carrera creo que directamente me piden vacaciones, pero ya se pueden esperar porque el sábado les toca una jornada intensa de duro trabajo...

Durante los 101 y aprovechando que iré cargado con una mochila de hidratación, geles, ropa etc... llevaré mi teléfono móvil con la intención de si la cobertura y batería me lo permite, actualizar el Facebook con los avances de la carrera y a así poder mostrar en directo lo que pasa por mi cabeza durante los peores momentos que a veces al termino del la carrera se olvidan...

Tengo el perfil abierto para cualquiera que lo desee

lunes, 26 de marzo de 2012

Asturcoversario

Aunque el hecho de terminar una carrera más de montaña es todo un motivo de celebración, la de este año del Asturcón ha sido un poco más especial pues en ella he completado el ciclo, un año desde que me dio por esta especialidad del trail.

Y los cambios fueron considerables, aun recuerdo aquel día, parecía un flan, tanta cara nueva, y preguntándome constantemente... que hago yo aqui???

Y un año después esas caras nuevas ahora son buenos compañeros y amigos y los únicos nervios que tenía era de que empezara de una vez la carrera para poder disfrutar de esta locura que me tiene tan enganchado...





Si alguna pega tengo que poner a la organización solamente se dio justo antes del comienzo de la prueba, a la entrada del control, a los corredores que llevábamos puesto el dorsal en el "porta dorsales" tipico de cinta a la cintura, nos obligaron a cambiarlo a la camiseta, y la verdad sigo sin entender esa, perdonar la expresión, GILIPOLLEZ, es la primera vez en una carrera de montaña que me dicen algo así, si llego a llevar ropa para lluvia y me tapa el dorsal fijo que se quejaban por que no se veía

Creo que está demostrado de sobra que el mejor sistema de llevar el dorsal es con esas cintas que independientemente de que te pongas o quites chubasqueros o capas de ropa siempre estará visible, además de la gran ventaja de no "joder" las caras camisetas que con tanto cariño compramos, lavamos, y guardamos como si fuera oro entre carrera y carrera para que luego la organización de una carrera nos obligue a perforarla con imperdibles sin sentido ninguno, como digo es lo único que tengo que reprochar a la organización pero como veis me cabreó bastante la tontería... Afortunadamente es la única carrera de montaña que me hacen algo así...

Una vez superado el pequeño enfado del dorsal me centré en la carrera que era a lo que había ido...

Aunque la temprana hora de inicio hizo que incluso saliéramos con frio, estaba claro que iba a ser una carrera de alta temperatura y así fue...

Los primeros seis km fueron como el año anterior rapidísimos, aunque creo que esta vez los hice mas lento sabiendo lo que me esperaba antes de la visita al "Cristo". En la primera subida ya tenia ganas de bajar, incluso habiendo tenido una semana de recuperación desde la carrera del "Alto Sil", los cuadriceps no estaban del todo de acuerdo.

El primer avituallamiento fue en el km  8.500 que con la temperatura que ya había, se agradeció, estiré un poco más el tomar el gel de glucosa, pues el siguiente punto para repostar energías era en el Cristo, a mi opinión demasiado distante, pero ya estábamos advertidos y sabía que las fuerzas me iban a flojear...



Del km 10 al 14 perdí unos cuantos puestos, no tenía dolores musculares como en otras ocasiones, pero sentía que me faltaba energías, es cuando uno se acuerda que tenia que haber desayunado "colacao",  pero  el gel de glucosa me ayudo a llegar a la cumbre de la carrera más allá del ecuador de la prueba donde ya pude reponer las fuerzas que necesitaba con agua y frutos secos.

A partir de ahí fueron mejores sensaciones, la siguiente subida a las "antenas" casi ni me enteré y  a partir de ahí prácticamente todo bajadas, además no podía aflojar pues cierta señorita, me pisaba los talones y no quería repetir la humillación (ya olvidada) de "Extreme Lagos"

Controlando al rival


Los últimos km se hicieron algo pesados, demasiado rápidos cuando las piernas ya llevaban tantos km, pero compensados cuando entrabamos en el hipódromo (creo que se llama así), y al galope cruzar la meta bajo el ya insoportable calor... Creo que hasta me puse moreno...



Y lo mejor de todo.... y no me refiero a la espicha que también....






Un año de carreras de montaña que se me ha pasado demasiado rápido, eso sí, con muchas ganas de plantearme nuevos retos, más duros, más largos... y más divertidos incluso..

jueves, 22 de marzo de 2012

El Reencuentro

Por fin, parecía que no iba a llegar, pero al fin he comenzado la temporada de Trail Running (que profesional suena eso del trail running)...

Como los grandes amores, no es uno consciente de lo que se quiere hasta que no se tiene, y eso me ha pasado con las carreras de montaña.

El pasado sábado tome la carretera dirección al Bierzo para tomar parte de mi primera participación en la Carrera Alto Sil.

El plan como siempre en estos viajes "flash", gastar poco y pasarlo lo mejor posible.
Por circunstancias me toco realizar el viaje solo, aunque nada más llegar a Santa Cruz, me sentí bien arropado.

El esperado reencuentro con las carreras de montaña iba paralelo al de volver a ver a los viejos conocidos runners, que al igual que yo, ya estaban ansiosos de probar sus piernas sobre los mareantes desniveles de las carreras de trail.

Para conocer la zona me recorrí los dos primeros kilómetros de la carrera y viendo las pintadas de la salida me dieron mucha motivación...


Tras una entretenida tarde de cervezas  comenzó el briefing, (lo que viene siendo la charla) previa a la carrera, lo más destacado la insistencia de la organización del malísimo tiempo que se nos venía encima, pero yo no lo comprendía, esa misma tarde había recorrido parte de la carrera y en el horizonte no se veía ni la más mínima señal de nieve... supuse que simplemente pretendían que fueramos prudentes y no iba a ser para tanto..


Tras la charla, la pasta party, por 5 euros, la organización nos dio de cenar macarrones, embutidos, vino, postres, música y muy buena compañía...


Eran las once de la noche, muy pronto para dormir, pero tampoco había mucho que hacer ya, así que cogí del coche el saco y la colchoneta y me fui a dormir al suelo del salón de actos donde habíamos escuchado la charla técnica, supongo que así dicho no suena muy bien, pero tras una semana de dormir en el suelo de una casa de adobe y como baño un agujero, para mi ese salón de actos era un lujo..

Antes de que el despertador sonase, el vaivén del resto de corredores por el salón ya me habían despertado, comencé a prepararme mientras oia al resto de participantes algo sobre una nevada o similar... no se... no le prestaba atención...

Cuando abrí la puerta de aquella casa no me lo creía, era como si de noche me hubieran transportado a otro lugar, aquel no era el pueblo que recordaba de la noche anterior, este era mucho más... BLANCO...

Una capa de nieve cubrió todo Santa Cruz del Sil, las montañas de alrededor se divisaban totalmente blancas, las perdiciones habían sido correctas...




Menos mal que para entrar en calor la organización nos invitó a un buen desayuno para reponer energías, las ibamos a necesitar, más de 30km cubiertos por nieve nos esperaban en un par de horas..


Comenzó a llegar gente, unos 400 corredores pasamos el control de salida, todo listo para dar comienzo al fin a la primera carrera de montaña del año, con tres capas de ropa encima, guantes y  polainas comenzamos la cuarta edición del Alto sil...


Aunque no suelo correr con mucha cabeza, la táctica esta vez estaba clara, intentar llegar con fuerzas a la cumbre del collao de "la campona" en el km 17 y echar el resto después...

La salida como siempre muy rápida, era terreno compacto y aunque algo estrecho era fácil hacerse hueco para adelantar, poco a poco según ascendíamos el frio era mayor, las piernas no llegaban a calentar y casi dolía respirar el aire tan frio, después de dos meses de un invierno sin nieve había caído todo esa misma noche.

El pelotón como es habitual se comenzó a estirar, me sentía muy comodo, tal vez demasiado, pero era mi primera carrera tras el Sahara y hasta que no llegara al km 17 no las tenía todo conmigo..
Tras la larga primera subida de unos tres kilómetros el paisaje cambió por completo, comenzamos a descender por un cortafuegos totalmente nevado, ya no había camino seco, por narices teníamos que bajar sobre la nieve, y fue espectacular...

Una serpenteante bajada rodeada de arboles totalmente cubierto por nieve caida hacía apenas unas horas, era muy facil clavar los pies sobre la ella lo que permitía hacer un descenso rapidísimo, me lo estaba pasando en grande y disfrutando como nunca, ya había olvidado lo divertido que eran estas carreras, aun quedaba muchos km y mucho que sufrir, pero aquel blanco paisaje hacía que fuera más facil...


Cuando llegamos a Páramo un montón de gente estaba animando, lo siguiente que nos esperaba era el duro ascenso hacia la campona, así que había que disfrutar esos momentos más afables de la carrera...

Durante el ascenso la temperatura cada vez era más baja y el camino estaba más nevado, había tramos que se me hacía imposible correrlos y el resto preferí hacerlos andando hasta llegar a la cima, la imagen era espectacular, a lo lejos en mitad de la nada se divisaba un arco que indicaba el punto más alto del recorrido.

Me resultba casi increíble como en menos de un mes había estado  corriendo por estos dos parajes tan opuestos..

Desierto del Sahara

Campona en el Alto sil


El avituallamiento de la cima era una casa de piedra con chimenea, que ofrecían agua, acuarius y queso.. si si queso...yo apenas paré, el frio era insoportable y quería comenzar a bajar lo antes posible.

Nos juntamos tres corredores durante el descenso, durante el mismo probé el tacto de la nieve sobre mi culo por un momento (usease que me caí), pero seguí rápidamente, no quería separarme de los otros dos corredores que me estaban llevando a un ritmo de locura...
Había que agacharse cada poco para pasar por debajo de los árboles en mitad del corta fuego lo que hizo si cabe más entretenida la bajada, en apenas unos minuto ya estábamos en el siguiente avituallamiento.

A partir de ahí comenzó la parte más amable de la carrera, una zona bastante llana paralela al rio, y a veces directamente por el rio, en mi caso lo comprobé bien cuando caí literalmente dentro de el y lo peor de todo es que me costo dos intentos el salir de el, enseguida note la helada agua en mis pies, pero ya casi al final de la carrera era un problema menor...

Cuando ya creía que todo estaba apunto de terminar comenzó el último ascenso, y aunque a priori no era demasiado duro los kilómetros acumulados pasaron factura, era una interminable pista que giraba alrededor del monte, por momentos me apetecía subir a cuatro patas pero había demasiada gente mirando...

Pero como siempre pasa, poco a poco conseguí llegar a la cima, el público que había subido a animarnos nos alentaban indicándonos que ahora todo era cuesta abajo...

Por fin divisé el km 28, sol uno a meta... pero sin embargo algo raro notaba, no oía el típico ruido de la megafonia de la zona de meta ni divisaba las casas del pueblo a lo lejos.. bueno.. pensé que igual eran 29km y unos metros.. no pasaba nada....
Paso el km 29 y sigo sin oir ni ver nada, unos corredores me adelanta y me dicen... solo queda una subida y luego bajada a meta...

!UNA SUBIDA!!!! EN EL KM30, yo estaba totalmente convencido que había leido que la carrera en 29km, y ahora resulta que eran 31 y quedaba una cuesta....

Pues así fue... con los cuadriceps ya muy doloridos subí la dichosa ultima cuesta que dio paso a la entrada a Santa cruz, ahora si oía la megafonía y a la gente animando, ahora si que esto se acababa... 


Muy contento y feliz, había disfrutado muchísimo de la carrera incluso con el frio que hizo y las malas condiciones del terreno, antes casi de cruzar la meta ya estaba pensando en la siguiente carrera, esto peor que una droga pero algo más sano...

Al terminar la carrera la organización nos dispuso unos autobuses lanzadera para llevarnos a las duchas sitas en la mina que se encontraba a dos kilómetros del pueblo, aquí os dejo una foto del susodicho transporte...



El domingo cumplo un año de mi paso del Asfalto a las Trail Running con la carrera del "Asturcón" aquí en Asturias, y aunque suene repetitivo de verdad es increible como puede cambiar la vida en un año, aquel abril del 2011 cuando casi no pude dormir la noche anterior porque iba a probar que era eso de correr por montaña (aquí aquella crónica) y 365 días después guardo en mi cajón la camiseta de Finisher de la Transalpine-Run...

miércoles, 7 de marzo de 2012

ماراثون الصحراء Sahara Marathón



Dicen que la primera vez se acude al Sahara Maratón por la carrera, se vuelve la segunda  por la gente y la tercera porque les echas de menos…

Esta es la historia de un ingenuo que creyó ir a correr una maratón y encontró a su segunda familia.




الرحلة  (el viaje)

Tal vez no sea el más indicado para opinar sobre aviones, pues aunque son ya unos cuantos vuelos los que llevo en mi vida, el pánico que sufro en cada uno continúa tan vivo como en la primera ocasión, pero de todas formas, como siempre ocurre, llegamos a nuestro destino, a las once de la noche pisé  Tinduf.

Nada más bajar del avión, en mitad de la pista se podía ver un impresionante cielo plagado de estrellas, debido a la escasa contaminación luminosa, nuestros ojos podía apreciar perfectamente todas las constelaciones, y no solo sobre nuestras cabezas, también en el horizonte, creando una sensación perfecta de un cielo esférico sobre nuestras cabezas, ya era realidad, estábamos en el Sahara.

Aunque aun casi nos separaban cinco largas horas hasta los campamentos, y eso que apenas estaban a 70km del aeropuerto, pero claro, estábamos en Argelia, y si una cosa caracteriza a este país, es la falta de prisas, horarios y puntualidad….

Tardamos dos horas solamente en el control de pasaportes, donde tuvimos que rellenar las famosas tarjetas de entrada al país, en árabe y francés, tiempo que nos sirvió para ver el sistema de descarga de las maletas del avión al aeropuerto, una cinta transportadora formada por dos caballetes y una tabla, que deslizándola a pura fuerza pasaban por un agujero para terminar las mismas en el suelo del interior de la Terminal, un método efectivo donde los halla.

Tras pasar el primer control, llegamos a la Terminal donde lo primero fue descubrir los aseos Argelinos, que básicamente es como la de los bares de los pueblos pero sin cisterna, o también llamado “el agujero”…

Más de dos horas después del aterrizaje ya empezamos a montar en los transportes que nos llevarían hasta Smara, eran autobuses donados por la diputación de León, algunos otros Vascos y al cual más antiguo y destrozado, concretamente en el que me monte le faltaba una ventana, que al principio me pareció gracioso, hasta que me di cuenta que la noche del Sahara de calurosa no tiene nada y menos en moviendo…




Así comenzó otro largo viaje por carretera hasta Smara con continuas paradas, incluso algún susto de choque entre nuestro autobús y otro que nos precedía, digamos que les gusta ir por la carretera “juntitos”.

Sobre las cuatro de la mañana (si no recuerdo mal) llegamos a los campamentos, la imagen nocturna de Smara fue como la de estar en un escenario de Guerra o el decorado de una película en una especie de retrofuturo.
Recogimos el material y buscamos a la señora que portaba el número de nuestra Haima correspondiente, la 127.
Nos despedimos del resto de los participantes y seguimos a aquella desconocida por estrechas calles llenas de construcciones de adobe y tela.

Cruzamos una puerta metálica que daba a un patio que centralizaba varias habitaciones de adobe y una gran haima de tela.
Nos invitó a entrar a la sala mas grande, antes de entrar eché una última mirada al cielo, aquí era aun más espectacular que en el aeropuerto…
Al entrar nos encontramos un acogedor salón, con un suelo cubierto por alfombras, unos pequeños colchones en los laterales que hacían la función de sofás con unos alargados cojines rojos, y unas suaves y llamativas mantas de colores.




Nos presentamos, la mujer se identifico como Mariam, a continuación otras dos chicas  entraron a nuestro encuentro, una de ella nos indicó en castellano donde estaba el aseo y nos pregunteo si queríamos “hacer el té” o dormir, evidentemente a esas horas escogimos la segunda opción.
Había sido un día muy largo, a las ocho de la mañana estaba trabajando en Gijón y a las cuatro de la mañana en la Haima de una mujer Saharaui, era un día tan raro que ya nada me extrañaba, solo quería dormir...

هيما  (la haima)

La oscuridad de la haima se rompe por la intensa luz que entra a través de la puerta, me incorporo acelerado sin saber muy bien ni que día es, si tengo que ir a trabajar, o es domingo de carrera, por un instante recupero la cordura y al fin me ubico, miro a aquella mujer que la noche anterior nos había recibido, se encuentra sentada delante de nosotros junto a un juego de té, un despertar muy distante al de la alarma del despertador o el politono del móvil.

Desde el primer momento, la tranquilidad y la paz que transmitía la mujer nos era contagiada a los cuatro invitados que poco a poco nos despojamos de nuestros sacos para saborear el primero de los muchos tes que tomaríamos en nuestra semana de convivencia.




La calma se va diluyendo según comienza a entrar más y mas gente en aquel cuarto, nos miramos mutuamente con timidez, sin saber muy bien que decir, que hacer, al fin entra en el cuarto una de las chicas que habla castellano y todo comienza a ser más sencillo.
Cuando rompimos la timidez hicimos las presentaciones, no recuerdo muy bien cuantas horas duro aquel desayuno, pero muchísimo más que los diez minutos que le suelo dedicar yo a diario…

La fama de hospitalidad Saharaui se siente desde el primer instante, la familiaridad con la que nos trataron, el abrir la puerta de su hogar como si fuera nuestra propia casa hizo que desde el primer día nos sintiéramos miembros de su familia.

Durante la siguiente semana aquel recinto de adobe se convirtió en el centro social entre nosotros y la familia de Mariam , donde a diario nos reunimos para realizar el “TE”, comer, dormir, y por supuesto bailar, pues si otra característica tiene el carácter Saharaui es el amor a la música, prácticamente todas las noches de nuestra estancia se cerraban con duras jornadas de una extraña mezcla de pachanga y música árabe, incluso (por suerte o por desgracia), nos toco escuchar alguna algún tema de Camela, y eso que no vi ninguna gasolinera….









الشباب (los jóvenes)

Según avanza lentamente el día vamos conociendo al resto de la gran familia que nos acogió en la aventura.

El encargado de nuestra seguridad, por decirlo de alguna manera, era Mohamed, el único chico de los cinco hijos de Mariam, que al pobre le tocó la responsabilidad de ser nuestra sombra durante toda la semana, era increíble la paciencia que llegó a tener el chico, llegando a esperar horas por nosotros mientras acudíamos a las distintas actividades del Sahara Maratón, no conseguí estar tranquilo hasta que nos devolvía sanos y salvos a la Haima, increíble la gran responsabilidad de un chico tan joven. Y aunque cuando había más gente elaboraba excelentemente su papel de señor y hombre de la casa, cuando nos quedábamos solos conseguía soltarse un poco, incluso alguna conversación que otra de “hombres”, y como no nuestras largas partidas nocturnas al ajedrez, es lo que tiene hacer las fiestas sin alcohol, que cuando las terminábamos aun había cabeza para jugar al ajedrez….

Y si Mohamed era la cara de la moneda, responsable, serio etc… la Cruz era para Monina, prima (creo) de Mohamed, era la responsable de nuestro compañero y ya veterano en el Sahara Maratón, Jesús, una chica jóven y sin novio, amante de la música latina, Bisbal, David Civera…  enganchada al teléfono móvil, sin duda el alma de la fiesta, no comprendo como con ese calor pudieran tener tanta energía….






Coría, Leisla, Bakiia y un montón más de hermanos y primos que no recuerdo el nombre o si los recordara los diría mal, costaba entender mirando alrededor como podían ser tan felices, y supongo que por esa esperanza y seguridad con la que hablaban sobre su futuro y su retorno a la tierra que les ha sido robada, incluso nos decían que cuando volvieran a su tierra nos invitarían a que viéramos lo bonita que era, que grandioso es no perder la esperanza incluso cuando desde fuera el futuro se ve tan negro…

Pero ellos son los jóvenes, son el futuro, si ellos tienen aún  sueños de libertad es que aun existe la esperanza.


السمارة (Smara)

Después de un largo desayuno y presentaciones los chicos nos llevaron a conocer Smara, la capital del RASH, uno no se hace la idea de la inmensidad de los campamentos hasta que los ve con sus propios ojos..

Por muchas fotos que se vean, videos o incluso las palabras que os pueda escribir no puede describir el paisaje que crea los campamentos en mitad del desierto, miles de haimas y casas de adobe repartidos en varios kilómetros a la redonda, un asentamiento provisional que ya  dura 36 largos años.

En los campamentos todo está construido de tal forma que sea los suficientemente confortable para vivir pero no  para pervivir, pues todo es provisional, esa es la esencia de los campamentos, que sea una situación provisional. Es lo que mantiene la esperanza de algún regresas a su hogar…









Supongo que comparando el asentamiento podría describirse como un retrofuturo, en el que una ciudad moderna fue destruida y tras ello se ha tenido que sobrevivir con los restos. Casas de adobe y Haimas junto a antenas telefonicas, parabólicas y placas solares….



الأطفال (los niños)

Tras el paseo por Smara volvimos al a Haima, ya era hora de comer, por cierto, una gran comida muy similar a la occidental, sustituyendo la ternera por Camello, el resto de las diferencias eran mínimas…

Después de la comida, la Haima comenzó a recobrar vida, una gran cantidad de niños de todas las edades comenzaron a entrar.

Hemos llegado a contar hasta 13 al mismo tiempo, al principio al ser tantos no me quedo más remedio que ponerles números.

Numero 1 el pequeño que siempre iba con los mocos colgado, numero dos la chica morena que no se alejaba de mi, numero tres la chica que bailaba etc…

Con el tiempo numero 1 se convirtió en SIDI, nº  2 en Maana, Nº 3 en Mugfara, Coría, Sahara, Navila… es increíble el cariño que se les llega a coger.

Cualquier niña por naturaleza es inocente y sin maldad, pero en un mundo en que no existe las posesiones, prácticamente el dinero no tiene validez, no existe las consolas, ni ordenadores, la relación  entre los niños y su actitud en general es toda una sorpresa para los que venimos de fuera.

Los besos y abrazos, juegos, bailes, canciones no paran cuando ellos están por el medio, es increíble el cariño que les he cogido a esos niños, muchos de ellos se han convertido en mis hermanitos pequeños, la despedida fue muy dura aun con cerrar los ojos me pongo triste si pienso en el tiempo que tardaré en volver a verlos, creo que las fotos resumen mejor que las palabras..















Nuestra corta pero intensa estancia en los campamentos junto a la familia de Mariam, ha creado en mi unos lazos que ni el tiempo ni la distancia podrán destruir.

Cuando creía que la ya no existía nada en el mundo por lo que mereciera la pena luchar, durante los últimos meses mi visión optimista del mundo se había nublado viendo que por mucho que cambien las cosas, por mucho que nos esforzáramos en cambiar, siempre el propio ser humano cegado por el dinero, material, poder, incapaces de convivir como seres civilizados en el que importe más un bienestar común que el propio……. De repente, encontrar en mitad del Desierto, o mejor dicho en mitad de la nada, pero nada de nada de nada,,, en el paisaje más desolador, sobre la tierra más inhóspita y poco confortable que puede uno imaginarse, en tal paraje encontrarse a seres humanos llenos de vida, esperanza, de sueños, capaces de hacerme sonreír, reír, bailar hasta agotarme… que sin tener nada te lo dan todo y hasta casi se ofenden por preguntarles si necesitan algo… el considerar a un desconocido tu hermano sin tener ningún tipo de interés económico intermedio… hace que piense que todavía haya luz en el corazón del ser humano.


Les echo de menos como si fueran mis hermanos o primos, se me llegan los ojos de tristeza solo de pensar que tardaré en volver a jugar con Maana, Sidi, Sahara o que tardaré en volver a bailar los exóticos bailes árabes con Mugfara, incluso alguna pachangaza con Monina, que tardaré en volver a saborear el dulce Té de Mariam o sentir en mis mejillas los besos de la pequeña Navila… Una despedida muy dura que por otra parte sentí la sensación de que solo es un hasta pronto y no un Adios….

Los que hay que van al Sahara a correr, otros a conocer los campamentos, incluso gente a ayudar a los Saharauis, yo solo quería entender el como se podía seguir así, como no perder la esperanza, y sin duda encontré la respuesta…

Este es un pequeñisimo resumen de mi experiencia con los Saharauis de un largo texto en el que estoy trabajando, pero como no, no todo fueron Tes y bailes, también toco sufrir y esta fue mi historia…


السباق (la carrera)

A las cinco de la mañana los tres participantes de nuestra Haima en la distancia de Maratón nos levantamos…
Según salimos del cuarto Mariam ya estaba esperándonos con la linterna en la mano para dirigirnos hacía el punto de encuentro con la organización, que aunque conocíamos perfectamente como llevar, se negó a dejarnos ir solos…

Un desayuno ligero de pan, mermelada y mantequilla, café y por su puesto té llenó los estómagos de los más o menos 100 atletas que tomamos la salida en la distancia reina (menos de 70 acabaron).

Con relativa puntualidad tomamos los autobuses hacia El aiun, el campamento más al sur de los cuatro que forman los refugiados Sarauis, a mi me toco viajar en un autobús de línea. Durante nuestro trayecto pudimos ver a través de las ventanas del autobús como un inmenso sol aparecía en el horizonte del desierto, un rojo espectacular que nos miraba desafiante consciente de que no iba a ser nuestro aliado en la aventura hacia la que partíamos.




Dos horas después de salir de Smara llegamos a nuestro destino, estabamos a las afueras del campamento, otro gigantesco poblado de haimas inundaban el paisaje, los nervios entre los participantes comenzaban a brotar, para los novatos como yo era todo una incógnita lo que nos esperaba tras la línea de salida, el suelo parecía bastante compacto incluso rápido, aunque suponía que no iba a ser tan bonito.
Después de una presentación de la carrera y casi sin darme cuenta dieron la salida, 42km me separaban de mi destino.
Los primeros kilómetros formamos un grupo bastante bueno, y aunque el ritmo era tal vez demasiado rápido, el terrero era bueno y nos lo podíamos permitir, aún el sol no era muy intenso y los kilómetros pasaban rápido.
En cuanto nos adentramos en el desierto lejos de Elaiun, el paisaje era mareante, a 360º no se veia nada, solo arena y cielo, kilómetros y kilómetros alrededor sin nada de nada de nada y sobre nuestras cabezas un intenso sol y alguna nube que apenas nos sirvió de ayuda.
El grupo comenzó a romperse, tres escaparon, una pareja se quedó más retrasada y yo en medio.






En los primeros kilómetros fui superando chicos locales que competían, muchos tal vez nunca había competido, lo estaban pasando mal, no llevaban ni geles, ni agua ni nada, pero se comentaba que a los participantes les daban luego muchas posibilidades de encontrar trabajo (policia y cosas de esas), los corredores que les pasabamos le ayudábamos en lo que podíamos, yo a un par de ellos le ofrecí mi agua, increíble que fuerza de voluntad tienen…

El kilómetro 20 apareció casi sin dificultad, no me creía que estuviera tan bien, gestionaba bastante bien los geles y el agua que llevaba con ayuda de los avituallamientos de la carrera, el único problema era que no usé polainas y cada poco se me acumulaba arena en los playeros, tuve que parar a vaciarlos unas tres o cuatro veces, no era mucha pero soy muy maniático con ese tema.
Por momentos también sentía mi pié derecho la extraña sensación de congelación, pero evidentemente no podía ser, así que supongo que sería por el calor, pero al no estar acostumbrado a este tipo de temperaturas me resulto extraño, por momentos incluso muy molesto.



Cuando crucé la media maratón tras el avituallamiento me quedé completamente solo, la entrada en Aused fue espectacular, todo el pueblo animando en la calle a lo largo de más de dos kilómetros, ayudaba muchísimo cuando las fuerzas comenzaban a fallar.

A la salida de Aused la primera dificultad, una cuesta de arena que daba paso al inicio de las dunas, la parte más dura de la maratón, fui incapaz de subirla corriendo, tuve que andar, los pies se me hundian en la arena, el cuadriceps izquierdo comenzó a dolerme muy intensamente, me dolía andando, corriendo y parado, estaba cargadísimo, solo el apretarlo con mi mano aliviaba el dolor.
Por momentos lo llegué a pasar muy mal, aun quedaba mucho, y la pierna no respondía, me daba igual terminarla andando pero es que ni así cesaba el dolor, así que recurrí a lo primero que se me ocurrió.
Tome la salida con dos portageles de velcro en los brazos, así que me los quité y los uní uno a otro para luego rodearme y apretarme el cuadriceps con el así ya no tenía que hacer presión sobre el con las manos, cada vez me pasaba por un avituallamiento me insistían los chicos que esperaba a la ambulancia para que me lo vendaran y por su puesto me negué, mi respuesta era, “con lo que salí es con lo que voy a llegar”, nada una cabezonería mía.




Con el remedio casero conseguí durante varios kilómetros alternar carrera y andar, me crucé con Rubén que participaba en la media maratón, menudo dos, el cojeando por su tobillo y yo con mi cuadriceps, menos mal que por esa zona no hacía videos.
Por momentos me paraba a respirar, mirar a mi alrededor, iba muy despacio pero sacaba mucha distancia a quienes iban detrás de mi y también delante, la soledad absoluta, nadie de nadie de nadie, por momentos tenía que fiarme bien en los puntos de referencia ( a veces difíciles de ver), para cerciorarme de que no me había perdido… El calor era duro pero me había adaptado bien, incluso bebía poco agua.

Cuando pasé el penúltimo avituallamiento pregunté cuantos km quedaban, me contestan que 8, en ese momento se me ilumina mi cara, que alegría, menos de diez, era imposible no acabarla, aunque fuera arrastrándome por la arena, no sabía ni las horas que llevaba ya en carrera, me daba igual, solo ocho kilómetros.
En el horizonte se podía ver las antenas de telefonía de Smara, estába cerca.
Ultimo avituallamiento, 6km a meta, se acabo, me kite el torniquete provisional de la pierna, el dolor ya era aguantable, podía continuar sin el, comencé a correr y me puse como objetivo no parar hasta meta, aunque fuera despacio no andar ni parar hasta cruzar la linea de llegada.
Cada paso costaba más, los kilómetros se hacían eternos, parecía que Smara se alejaba más que acercarse…

4 Km a meta, entramos en Smara, comienzan a llegar niños, me pedían de todo, la gorra las gafas, bufff no tenia ni fuerzas para responderles, uno me pidió los brazaletes de los geles que se los dí encantado ya que me quitaban un peso extra.
Apenas había espectadores en Smara, supongo que se cansaría de tantas horas de espera, además estábamos en el momento más intenso de sol.

Km 40, tan cerca pero tan lejos, no veía a nadie, no tenia claro si tenía que seguir de frente o girar, me costaba ver las señalizaciones, unos niños me indicaron el camino, como no después de pedirme la gorra que evidentemente no les dí…


Ya reconocía el camino, era la entrada del desfile que había visto el día anterior, estaba cerca, no veía el arco de menta pero sabía que estaba cerca. Giro a la izquierda y al fin, un discreto arco de meta con el logo del Sahara Maratón, y aunque la emoción era intensa mis ojos no eran capaces ni de generar lágrimas, los labios secos, los ojos llenos de arena, Conseguido, los 42km más duros de mi vida, nunca había sufrido tanto muscularmente, y aunque supe dominar mi cabeza en los momentos más solitarios y apenas sufrí deshidratación no recuerdo un esfuerzo físico tan duro en esta distancia, cuadro horas y media de sol, arena, dolor pero había merecido la pena…