QUIEN NO CORRE VUELA

Reflexiones y paranoias de un Loco que no sabe de que huye pero prefiere correr que estarse quieto mientras ve la vida pasar

lunes, 16 de mayo de 2011

La historia de como ir a correr una carrera de montaña y acabar descalzo en un coche policia

No, no es una película de Woody Allen, aunque cada vez este tipo de situaciones que me pasan se están convirtiendo peligrosamente en cosas comunes.

Pero toda historia tiene un comienzo, y la de la mía fue a las 6.30 de la mañana del domingo.

Una de las cosas menos bonitas de las carreras de montaña es que comienzan muy temprano, al igual que las Maratones de asfalto son muchas las horas que se pasan corriendo y claro, para terminar a una hora prudente pues hay que empezar pronto.

Así que con el coche cargado, Ruben, Jorge, un par de Migueles y el que escribe nos dirigimos a Ciaño a correr la II Carrera Valle de Samuño.


Mi segunda prueba en esta especialidad, aunque cuando terminé, la carrera del Asturcón me pareció casi hasta de asfalto.
Recogimos la excelente bolsa de corredor, plagada de regalos, camisetas, chorizo, braga (para el cuello), salsa de pimienta... si lo llego a saber no hubiera desayunado.



Después de varios minutos con dudas existenciales acerca de salir o no con la camiseta térmica, pues el cielo no pintaba bien, decidí salir abrigadito.

Tras un emotivo minuto de silencio en recuerdo del fallecido Marcos Hernandez, de esos que te ponen la piel de gallina, sobre todo viendo a su padre vestido con la ropa de faena y los bastones de trekking dispuesto a competir la enésima carrera siempre con una sonrisa y agradeciendo a todos nuestra presencia, dio comienzo la carrera.


Al principio un gran grupo comenzó muy rápido, casi a ritmo de asfalto, aunque cuando vi la primera cuesta, comprendí porque lo hicieron, eran una subida muy pindia y estrecha que era imposible adelantar, poco a poco fui adelantando posiciones cuando el terreno lo permitía hasta encontrar mi hueco que mantendría casi toda la carrera.

A los pocos kilómetros ya comenzaron los barrizales, había momentos que había que subir ayudándose de las manos, agarrándose le los árboles, y cada dos pasos los playeros derrapaban, y cuando conseguías pista para poder correr, el barro hacía imposible avanzar rápido.
Sigo sin acostumbrarme a estos avituallamientos casi más parecidos a un bar, con comida, distintas bebidas, lo que está claro que aquí un minuto más o menos no importa.


Así que entre barro, agua, atravesando ríos, subiendo escaleras, cayéndome muchas veces fueron pasando los kilómetros, el tiempo fue mejorando pero no lo suficiente para secar el terreno.




Es increíble como bajan algunos caídas casi verticales, y eso que a mi me gusta bajar rápido, pero en esos barrizales me era imposible mantenerme de pié.

Tres horas después de haber tomado la salida, crucé la meta,  más de tres horas corriendo, como una maratón, sin embargo no lo parece, cuando terminas no sientes que hayas tardado tanto en recorrer 22km como 42, pero es así...


Al terminar, lo primero fue buscar la manguera para intentar descubrir si debajo de toda esa cantidad de barro aún tenía puesto los playeros, para después darme lo que iba a ser un relajado masaje...



Maldito momento cuando me eche sobre esa camilla... Que de las chicas no digo nada, ellas hacen su trabajo, pero vamos, después de la carrera, con los músculos cargadísimos, cada vez que los dedos de las manos de esas dos chicas se introducían por mi doloridas piernas, me daban ganas de salir corriendo y volver al monte Samuño otras tres horas....

Asi me quedaron los Salomon

Cuando conseguí que esas dos simpáticas torturadoras me dejaran (es broma, se agradece mucho esos detalles después de una carrera), comprobé que Jorge había cruzado la meta, pero no un trozo de su rodilla que dejó en una piedra del camino, con lo que hizo una visita a la ambulancia para ver como era por dentro, el chaval siempre fue muy curioso.



Unos minutos despues, el cuarto de la expedición aparecio por el parque de Ciaño, pero no vino solo, se trajo diez kilos de barros y un tronco de árbol que el insistía en llamar bastón, pero en mi pueblo eso toda la vida fue un tronco...



Pués nada, mientras que Jorge seguía inspeccionando la ambulancia por dentro, los Migueles sacando fotos y Rubén buscando un sitio donde plantar el árbol que se trajo de Samuño me fui en busca de ropa seca al coche, y claro, después de dar el masaje, con los pies ya secos, no era plan de volver a ponerse los playeros mojados, así que me fui descalzo hasta donde yo creía que tenia el coche, que se suponía que estaba apenas a 50m de la meta.


Comencé a andar, y andar y andar... todo el rato descalzo, hasta que me vi en medio de un barrio de Ciaño, digamos... que ni bueno ni malo... un barrio de Ciaño, y apareció por ahí el coche de la Policía Local, que claro, con mis pintas, en pantalones corto, con los playeros en la mano, descalzo en mitad de la carretera de una barriada de Ciaño, me dijeron... "Tu.... estas perdido verdad..." No me digas como lo averiguaron...

Les indiqué que no encontraba el coche, que lo tenía en la carretera general de Sama, y resultaba ser que yo estaba caminando en dirección contraria.
Así que en vez de  indicarme el camino correcto, muy amablemente me subieron al coche y me llevaron...

Como es normal nunca había subido a un coche policía y menos atrás, es realmente extraño...
Parece hecho todo de una misma pieza, sin cinturones, sin manilla, nada... liso, insonorizado...
Así que ahí estaba, descalzo, en la parte de atrás de un coche policía, mientras los amables agentes de preguntaban sobre mi curriculum deportivo, que si corria muchas de carreras de montaña etc...

Cuando llegue a la plaza del la meta, me bajaron del coche, porque no hay mas huevos de salir del coche que no sea que te abran de afuera y me posé en mitad de la plaza.

Seguramente la gente en esta situación se sorprendería pero claro, al ver la gente que era yo quien bajaba del coche... ya les pareció más común.

Así que yo en el coche policía, Jorge en la Ambulancia y Rubén con su tronco, es la primera vez que el más normal del grupo es Miguel.

Chema y Miguel
No lo digo por decir, esta carrera creo que la recordaré durante mucho tiempo.

Ha sido la carrera más divertida de mi vida, me gusta el asfalto, pero la montaña tiene algo, menos competitividad, mas hermanamiento entre atletas (no digo que en el asfalto no lo haya pero aquí más), el paisaje, la naturaleza. 
La montaña es una pequeña gran familia que es imposible que no enganche a quien lo pruebe....

Pero tranquilidad eh... que no me retiro del asfalto ni mucho menos, aquí hay piernas para todos los terrenos....

No puedo acabar sin agradecer al grupo de montaña Lagueyo su excelente organización, ni un fallo, todo perfecto, y os aseguro que no tiene que ser nada fácil montar esta carrera...

5 comentarios:

Gustavo dijo...

Divertida crónica. La carrera tiene pinta de haber sido divertida también. Envidia sana :-)

Salud!

Galgalugones dijo...

Una crónica cojonuda Rafa. Puntazo lo del coche de Policía, me imagino las caras cuando te vieron bajar... :))

Michi.

Tortuga dijo...

Me encantó la crónica Rafa. Serás un buen veterano el día de mañana.
Besotes

Zuperman dijo...

Un buen veterano???? madre... me acaban de salir un par de canas según leí eso...

Gilbertrail dijo...

Hola Rafa.. desde el Club Lagueyo te agradecemos tu cronica y esperamos con tu presencia en la proxima ediccion....salu2

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